24 nov 2007

Priego de Córdoba

Priego de Córdoba

La capital del barroco cordobés, cuna de personajes ilustres como Niceto Alcalá-Zamora o José Álvarez Cubero, se levanta en una fértil planicie, al pie las Sierras Subbéticas. Tan privilegiado lugar presenta ocupación desde muy antiguo, habiéndose encontrado evidencias de poblamiento durante el Paleolítico Medio, más concretamente del Musteriense. La idoneidad del lugar para la ocupación humana hace que también se asienten en él tanto los pueblos ibéricos como los romanos. Sin embargo, la localidad tendrá que esperar a la época musulmana para experimentar un fuerte desarrollo. Así, la primera referencia escrita sobre la villa la proporciona Ibn Al-Jatib, quien informa de que tropas egipcias que llegaron a la península con Abul-Jattar acabaron por asentarse en el año 746 en Bago, como así era llamado Priego por aquel entonces. Hacia el año 863, la población de Bago o Baguh -pues es varía la grafía que encuentran los estudiosos- es citada como una de las que participa en las campañas del emir Muhammad I, formando entre sus tropas muchos de sus pobladores. Mediado ese mismo siglo, la cora o provincia de Priego tendrá un papel relevante durante el convulso final de la centuria, en el que se suceden disputas y luchas en el seno del emirato cordobés. Así, en 889 Ibn Mastana, quien se nombró a sí mismo señor de Priego y de Luque, eligió la primera localidad como centro de sus operaciones. Ibn Mastana fue uno de los seguidores principales de la revuelta comandad por el muladí Ibn Hafsun. Durante la etapa califal, y después de haber sufrido diversas conquistas y destrucciones, Priego gozó de una cierta prosperidad. Sin embargo, cuando aquél desapareció, la población fue incluida primero en el reino zirí granadino y más tarde dominada por almorávides y almohades, sucesivamente. Aprovechando la debilidad de los musulmanes, la llamada Reconquista cristiana avanza, y Priego ha de ser fuertemente fortificada. A pesar de ello, los cristianos, dirigidos por el rey castellano Fernando III el Santo, logran tomar la villa en el año 1225. Tras la conquista cristiana, Priego es dada en encomienda a la Orden de Calatrava, con el encargo de defenderla de los previsibles intentos musulmanes de reconquista, dada su situación fronteriza. A pesar de ello, todavía volvería la población a manos musulmanas, pasando a pertenecer al reino nazarí de Granada. Poco habría de durar esta situación, pues en 1341 Alfonso XI la conquista de manera definitiva, reparando su muralla y favoreciendo su repoblación mediante la exención de ciertos tributos. A partir de 1370 Priego pasa a formar parte del patrimonio de la Casa de Aguilar, de la mano de su señor Gonzalo Fernández de Córdoba, gracias a una concesión de Enrique II. Don Pedro, su descendiente, será el primer titular del Marquesado de Priego, por nombramiento de los Reyes Católicos en 1502. A partir de entonces comienza una etapa de desarrollo para la villa. Las calles y plazas se adornan con nuevas edificaciones, tanto civiles como religiosas. Así, con construidas la Casa del Cabildo, la cárcel, el Pósito y las Carnicerías Reales. Además se construye la iglesia de San Esteban, hoy de San Francisco, y se vuelve a levantar la ermita de San Nicasio. En el siglo XVII, Priego experimenta en sus carnes la decadencia de la Monarquía hispánica que caracteriza a los Austrias menores. La crisis económica se ve incrementada tras la expulsión de los moriscos, que en número de 3.000 poblaban el barrio de la Puerta Granada. Muestra de la crisis es que los vecinos son obligados a pagar un impuesto, la alcabala, del que hasta entonces estaban exentos. Para evitarlo, entre todos llegan a un acuerdo con al Corona para comprar las alcabalas por la cantidad de 130.000 ducados, trato que rubrica Felipe III y que confirma Felipe IV en 1617. Por si fuera poco, dos epidemias de peste merman la población en 1650 y 1680. El siglo XVIII es una etapa de relativo bienestar económico, gracias especialmente a la industria de la seda. La centuria había comenzado con la participación de la villa en la Guerra de Sucesión y en la defensa de Gibraltar y, en 1711, había pasado a depender de la casa de Medinaceli. La pujante industria textil permitió en las primeras décadas del siglo decorar a sus iglesias y ermitas con obras y elementos del más puro estilo barroco, hasta el punto que la localidad se convirtió, desde el punto de vista artístico, en una villa con un barroco único, dada su originalidad. Yesos y maderas policromadas adornan ahora iglesias y palacios de nueva creación, trabajando en Priego autores como Hurtado Izquierdo, Pedrajas o Santaella. El virtuosismo del barroco cordobés alcanza entonces un punto culminante, sin parangón en la escena artística europea. Sin embargo, poco habrá de durar la bonanza económica. Las elevadas tasas, el descenso de la producción de seda y la competencia de tejidos como el algodón acaban por instalar la tan temida crisis. La situación se prolonga durante la centuria siguiente, el XIX, en la que se produce la desaparición de los gremios y se agrava debido a la convulsa situación política, con acontecimientos como la invasión napoleónica y las luchas entre liberales y conservadores. No obstante, a finales del siglo la población ha experimentado cierta recuperación, habiendo crecido el número de vecinos y la producción agrícola. Así las cosas, Alfonso XII le otorga el título de ciudad, lo que da fe de la importancia alcanzada. En las primeras décadas del siglo XX Priego llega a los 17.000 habitantes y empieza a aparecer en ella un cierto desarrollo industrial ligado, cómo no, al sector textil. Actualmente la localidad cuenta una pujante economía, basada en la agricultura, la industria y el turismo, industria esta última que se apoya en su impresionante patrimonio monumental.


Fuente de la Salud


Fuente del Rey

Tras sucesivas transformaciones desde el siglo XVI, fue terminada de construir a principios del siglo XIX. Diseñada en estilo barroco por Remigio del Mármol, se fecha su terminación en 1803. Se concibe con tres estanques de distinto nivel y forma alargada en la que predominan los contornos curvos.
En el primer estanque se sitúa la escultura de un león luchando con una serpiente, obra atribuida al escultor neoclásico Álvarez Cubero.
En el segundo, realizado por Remigio del Mármol, la figura central del monumento, una escultura de Neptuno y Anfítrite que cabalgan sobre un carro tirado por caballos que salen del agua. Desde éste, el agua cae al último estanque por una cascada, y acaba saliendo por el mascarón del Clero.
En la fuente manan 139 caños, muchos de ellos con mascarones de piedra de rostros fantasmagóricos. Declarada Monumento Nacional
En el mismo recinto de la Fuente del Rey se encuentra la Fuente de la Salud. Cuenta la leyenda que este fue el lugar donde Alfonso XI plantó su campamento. Su origen se debió a la necesidad de canalizar el manantial que abastece a la población. Fue construida por Francisco del Castillo en el siglo XVI, aunque también intervino el cantero local Alonso González Bailén. Está compuesta por un amplio frontispicio de estilo manierista.
Toda la superficie de la construcción presenta almohadillado de mármoles polícromos y en el centro, una hornacina con la imagen de la Virgen de la Cabeza. Sobre las rocas del manantial existen diferentes relieves, un pastor con sus ovejas y las figuras de Neptuno, Anfítrite y la Medusa. Declarada Monumento Nacional


Carnicerías Reales
MONUMENTO
Autor: Desconocido
Fecha: Siglo XVI
Características:
Dirección: Calle Pedraja, s/n


El edificio de las Carnicerías Reales de Priego fue diseñado por Francisco del Castillo en el siglo XVI. Estas dependencias funcionaban como matadero de reses y mercado de carne. El inmueble tiene planta cuadrada, con un patio central, y presenta portada en estilo manierista, con columnas y frontón. El patio está construido mediante galerías de arcos de medio punto, apoyados sobre arcos de piedra y con torres en cada ángulo. Por último, es preciso destacar una bella escalera en espiral.




El Museo se encuentra ubicado en la casa natal del Presidente de la II República española D. Niceto Alcalá-Zamora y Torres, bella casa señorial del siglo XIX reformada a principios de siglo, situada en la calle Río nº 33, de Priego de Córdoba.
Los orígenes del museo se remontan al día 17 de diciembre de 1986, cuando las hijas de D. Niceto, Doña Purificación y Doña. Isabel Alcalá-Zamora Castillo, donan al pueblo de Priego la casa natal del Presidente.
La intencionalidad museológica más evidente que queda de manifiesto, tras una visita al museo, es la capacidad didáctica que se ha procurado dar al mismo, pretendiendo conseguir un equilibrio entre la propia casa, los objetos originales expuestos y la información histórica que de ellos se puede derivar. Para lograr este objetivo, museográficamente el museo presenta varios niveles de información que se han estructurado por plantas:.
En la planta baja el visitante observa la distribución de dependencias, jardín y mobiliario original de la casa del Presidente; típicas de una casa solariega del período histórico que nos ocupa, predisponiéndose empáticamente para recibir el mensaje que se le desea transmitir.
En la planta primera se combinan los objetos originales, con vitrinas y paneles informativos que combinan fotografías, dibujos y textos, siguiendo un criterio cronológico en un doble plano: la cronología de D. Niceto y la cronología de su período histórico a un nivel más profundo.
En la planta segunda se encuentra la sede del Patronato, donde se lleva a cabo una labor de investigación más profunda del personaje y su época, constituyendo el máximo nivel de aprovechamiento de la visita, no sólo por investigadores sino también para escolares que pueden completar la visita con material sonoro y videográfico de la época.




Barrio de la Villa (Priego, Córdoba)

El casco antiguo de Priego está formado por el pintoresco barrio de la Villa, limitado por el Adarve. Contiguo al castillo, el recinto de la villa medieval es un conjunto de callejuelas estrechas, cuya estructura urbana alcanza una caótica belleza. Calles de mínimas dimensiones, en las que el viajero, a poco que estire los brazos, puede tocar ambos lados, se suceden con plazuelas recoletas, a las que se abren casas de muros encalados y tiestos colgantes, que parecen flotar sobre el empedrado del pavimento. Son las plazas de Santiago, Puerta del Sol, Jazmines, Bajondillo o Real, todas de pequeñas dimensiones, a escala humana, espacios en los que el sosiego y el intimismo sólo se ve ocasionalmente quebrado por la actividad cotidiana de los vecinos.


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