19 nov 2008

Madrigal de las altas Torres (Avila)

Escudo de Madrigal


País...España
• Com. Autónoma...Castilla y León
• Provincia...Ávila
• Altitud 808 msnm
• Distancia 74 km a Ávila• Superficie 106 km² Población 1.763 hab. (INE 2007)
• Densidad 16,63 hab./km²
• Gentilicio n/d
• Código postal 05nnn

== Situación ==

La localidad se encuentra a 808 m. de altura sobre el nivel del mar. El [[municipio]] posee 106 km² de superficie e incluye '''El Villar de Matacabras''', población que se encuentra totalmente abandonada. El interés de Madrigal de las Altas Torres no radica exclusivamente en su historia y sus monumentos, sino en la belleza de su conjunto patrimonial y natural y la conservación de sus tradicionales festejos.

Como llegar


== Población ==

Su población censada era de 1.844 habitantes en [2004] y de 1.825 en [2005], según los datos del [Instituto Nacional de Estadística de EspañaINE]. La pérdida de población se debe al lento éxodo hacia las ciudades en busca de trabajo. En período vacacional, la población puede llegar a duplicarse.
Desde [1963] el municipio espera la declaración de '''''conjunto histórico'''''


Ubicación en la region

== Comunicación ==
Situado en la provincia de Ávila, a 74 km. de la capital, en el límite con las provincias de [Salamanca] y [Valladolid], muy próximo también a la provincia de [Provincia de ZamoraZamora], se encuentra en el cruce de las [carretera]s comarcales [CL 610] ([Peñaranda de Bracamonte]-[Medina del Campo]) y [CL 605] ([Cantalapiedra]-[Arévalo]).
No posee comunicación ferroviaria.

En la provincia

=== Historia ===

Según unos investigadores, el topónimo debe su nombre y origen a los canalillos de agua, llamados ''madrices'' y a sus numerosas lagunas que llegaron a cercar la población. Según otros estudiosos del tema el nombre ''madrigal'' hace referencia a algún lugar donde crecía en abundancia una hierba llamada [[matricaria]] que en las obras de botánica del [[siglo XII]] aparecía con el nombre de''matriqal''.
La palabra ''madrigal'' en este caso nada tiene que ver con la música ni la poesía.

Madrigal de las altas Torres l (Avila)

MURALLAS

Llegando por la carretera comarcal 605, que une la villa con Arévalo, o por la carretera local procedente de Fontiveros, se penetra por el Arco o Puerta de Arévalo, restaurado y hermoso, desde el que se pueden admirar otras torres y la doble muralla original. Avanzando por la calle Arévalo, un desvío a la izquierda por la calle Sos del Rey Católico lleva hasta la plaza del Cristo, donde se encuentran tres de los más importantes monumentos de la localidad: el Palacio de Juan 11 (actual monasterio de Nuestra Señora de Gracia), el Real Hospital de Madrigal y la Capilla del Santísimo Cristo de las Injurias (unida al anterior). Desde esa misma plaza se puede admirar el imponente torreón de la Puerta de Peñaranda. Subiendo por la empedrada y amplia calle del Tostado, se encuentra la erguida torre campanario más alta de la provincia de Ávila, la perteneciente a la iglesia de San Nicolás de Bar¡. Desde allí y avanzando pocos metros, por delante de la Casa Consistorial, se llega hasta la iglesia de Santa María, sita en la plaza del mismo nombre. Rodeando por la calle del Baile, se accede tras pocos pasos a la calle del Cristo y girando por la primera a la derecha, llamada calle del Oro, el viajero se encuentra con el Arco de Piedra

Desandando lo andado se vuelve a la plaza de San Nicolás, siguiendo por la empedrada y corta calle de La Manzana, encontrando, en su desembocadura en la calle Mayor, el Palacio de los Pocostales. Continuando por la calle Mayor, aparece la Puerta de Cantalapiedra con sus múltiples alturas almenadas

A pocos metros de allí, en la calle Capilla, antiguo barrio judío, se halla la Sinagoga,de la que hoy se puede admirar su puerta de entrada. Para completar la visita se debe recorrer por entero la calle Capilla, también la calle Maravillas y la calle Alto de Lagares, llegando por fin a la plaza Lagares, donde se puede observar la deteriorada Puerta de Medina la última del perímetro circular amurallado.

Más allá de las murallas, saliendo por la Puerta de Peñaranda, y recorriendo un agradable paseo, se pueden contemplar las ruinas del Convento de Extramuros, antiguo convento de los Agustinos.
Lo más llamativo de Madrigal son sus pálidas y misteriosas murallas que, al igual que la población que amparan, son de origen desconocido. Declaradas Monumento Nacional el 3 de junio de 1931, nadie sabe a ciencia cierta quién ordenó su construcción, ni en qué momento. Este enigma histórico ha provocado una multitud de hipótesis, más o menos creíbles, que van desde quien cree que los celtíberos tuvieron fortalecido el recinto, hasta quien considera que se construyeron en el siglo XIII, pasando por los que estiman que se trata de una obra netamente árabe. Si admitimos, como es lógico, las mismas posibilidades que para la villa, podremos pensar que el primer califa Omeya, es decir, Abderramán 1, el justo, mandó construir la impresionante fortificación entre los años 750 y 780 de la era cristiana, para mantener allí un ejército que protegiera las fronteras del norte, procurando que hubiera espacio suficiente para recibir más tropas, o para cultivar la tierra y resistir un asedio. Una vez establecida la frontera en el Tajo, se habría producido un asentamiento de repoblación al cobijo de los muros abandonados. Lo que parece muy claro es que una vez rechazados los árabes del norte de la península, nadie realizaría el supremo esfuerzo de construir unos inmensos muros, cuando no hay enemigos que los acosen.
La realidad es que las murallas formaban un círculo casi perfecto con un diámetro medio de 685 metros, es decir, en su interior habría una superficie superior a las 35 hectáreas, más o menos igual que el recinto amurallado de Ávila, y mayor que los espacios intramuros de grandes ciudades como París o Reims.
Su trazado, que sigue una línea curva uniforme por el norte, el sur y el oeste, ciñéndose al casco urbano, en la zona sureste ya no es tan perfecto el círculo, alargándose e incluyendo a la zona palaciega, lo que le da a la planta de la muralla una forma muy parecida a una pera.

Según don Anselmo Arenillas Alvarez, arquitecto de Bellas Artes que dirigió la restauración de las murallas, "éstas tenían que haber contado con otras exteriores, por la sencilla razón de que todas las torres eran huecas e incluso todos los castillos de las puertas lo eran y que sería una necedad pensar que sólo tenía la muralla interior, porque los huecos de las torres y los castillos sólo servirían para ocultarse en ellos los enemigos y librarse de las flechas de los defensores. Por eso, la única explicación es que existía un pasillo exterior o un adarve; por lo tanto, automáticamente esto suponía la existencia de dos murallas". Con ese criterio se reconstruyó el lienzo de poniente, junto a la Puerta de Arévalo, con dos murallas paralelas, separadas poco más de dos metros y siendo la exterior algo más baja que la interior. Admitiendo este supuesto, y sabiendo que la pared interior medía más de 2.300 metros, es fácil suponer que las exteriores superarían los 2.526 metros de recorrido que poseen las de Ávila.
Parece claro que fueron alarifes árabes los que llevaron a cabo la construcción del recinto, utilizando para ello los pobres materiales que tenían más a mano. Estos impresionantes muros, como las torres, los castillos de las puertas, y la mayoría de los edificios del interior estaban construidos de dos maneras: la parte inferior de las paredes solía estar compuesta por machones de ladrillo atados con hiladas horizontales y entre estas tapial, y en la parte superior estaba compuesto por dos paredes de asta de ladrillo y rellenado interiormente de cal y canto o material de desecho sin cohesión; cada cierto espacio colocaban hiladas de atado. Las murallas del norte, construidas sobre tierra firme o peñas, eran de mayor envergadura y altura que las otras. Las murallas del sur están asentadas sobre firmes inseguros que correspondían a los prados y por ser más débiles y bajas fueron protegidas con un foso, que además era necesario para desviar las corrientes de agua que vertían los prados y que hubieran destrozado los muros.
Como en muchas otras ciudades, los palacios y las casas señoriales estaban unidos o muy cercanos a las murallas, de tal manera que cuando había peligro de ataque, amos y criados tenían que defender la parte que ocupaba cada edificio. El resto de la muralla tenían que defenderlo los habitantes del interior del pueblo, así cada hombre tenía asignado un lugar concreto y se evitaban barullos en los ataques sorpresa.
PALACIO DE JUAN II


El actual Monasterio de Nuestra Señora de Gracia, perteneciente a las madres agustinas, fue declarado Monumento Nacional el 21 de septiembre de 1942. Formando parte de un conjunto monumental que ocupa un lugar muy representativo de la localidad, con su inmensa plaza donde se celebran en la actualidad los festejos taurinos de la villa, y que en su origen fue plaza de armas y lonja, el sobrio Palacio de Juan II es también un misterio en su origen.
Fue probablemente construido en el siglo XIII, pero el primer morador del que hay constancia fue Pedro I el justiciero.
El primer palacio, pues en el siglo XV se le añadió la zona cortesana, era una sobria y tranquila estancia rural, como la casa palaciega de un hidalgo, que a juzgar por los juegos de llaves que poseía, se administraba como tal, es decir abierta y vigilada durante el día, echándose la aldaba de la puerta de la calle cuando cae la noche. De hecho, en el inventario que se entregó a las monjas, al tomar posesión del mismo, por el escribano Juan Machuca, se hablaba de la gran profusión de aldabas, a veces por dentro y por fuera de la misma puerta. Aldabas y cerraduras tenían los aposentos y las despensas separadas de los reyes, pero no había constancia de las llaves.
En este apacible edificio, tan distinto a los castillos y palacios cortesanos, se refugió la reina doña María de Aragón. Luego, su esposo, Juan II de Castilla, para evitar sus desplazamientos y facilitar la concurrencia de las Cortes, levanta lo que podríamos denominar el segundo palacio, que consistió en ampliar el primero, dotándolo de las dependencias precisas para establecer allí la Corte. Esto debió ocurrir entre los años 1406 y 1460, siendo el año 1424 cuando Madrigal toma el rango de corte temporal, durando ésta hasta 1497 en que Isabel la Católica la despide.
El palacio se mantiene como residencia real hasta que el emperador Carlos I se lo dona a las madres agustinas, que ocupaban el Convento de Extramuros de Madrigal, diciendo "de que no nos servimos por las pocas veces que en ella estamos". La donación se realiza, en Toledo, a instancias del corregidor López de Montoya el 8 de agosto de 1521 y es sancionada, a instancias de doña María de Castañeda, por Cédula Real de 24 de marzo de 1525 que firma en Madrid, el 11 de septiembre, siendo priora del convento la tía del emperador, doña María de Aragón.
Una vez realizado el traslado, la congregación decidió nombrarlo convento de Santa María de Gracia, el mismo nombre que había definido al convento de extramuros cuando ellas lo ocuparon.
Tan austero y modesto era el palacio en su estructura que las religiosas no tuvieron excesivos reparos en adaptar las salas para usos comunes y las habitaciones de la servidumbre para sus propias celdas. El augusto lugar parece en intensa meditación de eternidad sumido, donde las almas anacoretas de sus moradoras encontraron un apacible cobijo.
Como en el antiguo edificio, allí fueron recluidas importantes mujeres, cuyos retratos adornan las paredes. Este aristocrático retiro ofreció perpetuo hospedaje, entre otras ilustres damas, a doña Bárbara Piramos, hermana de don Juan de Austria; doña Ana de Austria, hija de don Juan; doña Ana María Juana Ambrosia Vicenta de Austria, hija del otro don Juan de Austria, es decir, el hermano de Carlos II; doña Isabel de Toledo, hija del duque de Alba; doña Leonor de Toledo, prima de la anterior e hija del marqués de Mancera y doña María de la Cerda, de la familia de la princesa de Éboli. La alta alcurnia de estas damas reportó al convento importantes mercedes, como el que Carlos I procurara que nunca les faltara leña para el invierno o el magnífico regalo, para la época, de una arroba de canela y clavo de las Indias que les hizo Juan II de Portugal.
Habitualmente, el convento se sostenía con los ingresos que producían sus propiedades. En un momento dado, en estos terrenos se cosechaban 1500 cántaras de vino y 500 fanegas de trigo. Tres siglos de vida contemplativo, sin intromisiones ni contratiempos, acabaron en 1835 con la desamortización de Mendizábal, por la que les eran expropiadas sus tierras a cambio de una indemnización. Esta ridícula satisfacción consistía en una pensión vitalicia de una peseta diaria por cada religiosa. Incluso recibieron orden de desalojo del regio edificio, pero fue revocada en el último momento. A partir de entonces, las inquilinas debieron destinar buena parte de las horas del día a trabajar sin descanso para mantener su vida monacal.
Como ya hemos dicho, el palacio es muy modesto y severo en su estructura. La fachada, que da a los jardines llamados El Pradillo, se encuentra orlada por dos torres cuadradas y unidas por un corredor de celosías de piedra. Las dos son exactamente iguales y pudieran haber tenidodefensas propias, quedando sin tapar los agujeros de las defensas aéreas o barbacanas salientes. Las dos, que sobresalen volando al aire, eran de madera y con huecos en el fondo para hostigar y combatir al enemigo, siendo, tal vez, el último reducto del palacio. A continuación, el patio con sus corredores, y paralelo a las torres el resto del palacio y la vivienda habitual del mismo. Por ese patio se accede al interior del palacio, pues aunque la leyenda habla de un pasadizo secreto subterráneo, tal entrada no está disponible de momento.
El pórtico, con el atrio que cobija, es de estilo gótico civil, con clara tendencia renacentista. Posee tres arcos de medio punto y es un poco pesado, aunque esa robustez refiere al visitante el ascetismo que guarda en su interior.
El claustro, que fue construido a partir de 1406, pertenece también al llamado estilo gótico civil y otorga carácter al edificio con su sencillez y luminosidad. Las dos series de diez arcos en cada lado son distintas. En la planta baja son arcos de medio punto, y en la planta principal o primer piso son arcos escarzanos, de menor altura; casi un tercio menos. Todos los arcos se sostienen por columnas dóricas y tienen las dovelas redondeadas de influencia renacentista. Según algunos autores, existen muchas semejanzas con el monasterio de Guisando y el castillo de Jarandilla de la Vera, sobre todo en las piedras que forman los arcos.

La sala de Cortes es la primera estancia de la planta baja. Adosado a las paredes, el banco parlamentario recorre la habitación con una sobriedad estremecedora; ni un solo detalle de sillería adorna el austero asiento. No es difícil imaginar a los recios hidalgos de Castilla y León debatir con el rey, en las Cortes de 1438, la forma de proteger la lana castellana o las reformas en la Santa Hermandad.

Probablemente, en el momento de la reunión de los cortesanos, fastos regios, con tapices y reposteros, colgarían de los muros, que hoy soportan escasos cuadros de monjas y santos, magnificados por el hermoso suelo restaurado con roja baldosa, como la original que todavía se mantiene en el suelo de los corredores del claustro, y sobre todo, por el fabuloso artesonado mudéjar, hecho a punta de cuchillo, de madera sin pintar, que hoy podemos disfrutar. Además, las madres agustinas nos enseñan tres antiguos cantorales miniados, un autógrafo de Isabel la Católica: "Yo, la Reina', otro de santo Tomás de Villanueva, una pequeña y preciosa virgen atribuida a Alonso Cano, un armario mudéjar, dos austeras sillas, una mesa y varios objetos, como un gran almirez, un brasero de cisco con su badila y otros.
Aunque un rumor popular atribuye a las religiosas la recogida y conservación de curiosidades como la medida del pie de Nuestra Señora, o un mechón de pelo de las Once Mil Vírgenes, existen tantos objetos preciosos en el interior del palacio que no compensa prestarles la menor atención.
El salón de Embajadores posee una magnífica antesala, que serviría, tal vez, de sala de espera o de reunión y en la que podemos admirar, flanqueando la puerta, dos vetustas rejas mudéjares en madera, y frente a ellas, el sillón prioral.

El salón propiamente dicho es un habitáculo rectangular y tanto más austero que la sala de Cortes. Curiosamente, está bien iluminado gracias a las enormes ventanas del fondo y de la izquierda. La techumbre es de madera oscura y da la sensación de ser una quilla de barco invertida, con cuadernas rectas. Al igual que en la sala anterior, un gran y sobrio banco recorre los límites de la estancia. Cuando las monjas se hicieron cargo del palacio convirtieron el salón en refectorio conventual, durando esta función hasta 1985, aunque todavía podemos admirar los groseros tablones soportados por varias tablas que forman las mesas, en dos filas, hacia la larga mesa prioral del fondo, En el testero podemos apreciar dos pinturas con cierto aire icónico y bizantino. En las paredes cuelgan los retratos de algunas ilustres monjas y encima de la puerta hay una balda con cerámicas antiguas como las colocadas en la pared, en el entorno de la pintura de la crucifixión.
La iglesia es un lugar recogido y hermoso. Su única nave se adorna con cuadros e imágenes de religiosas y detrás del altar un retablo de escayola dorada en el que destacan las imágenes de dos frailes agustinos entre columnas salomónicas, y en la parte superior, bajo el escudo policromado de Castilla y León, podemos admirar un cuadro de 1647, pintado por Juan Carreño, que representa a san Agustín.
En el coro bajo actual, junto al cementerio de las monjas, estuvo la capilla real. En el hueco de la derecha del retablo hay expuesta una piedad del siglo XV conocida por "la Virgen del Mar", preciosa talla, llamada así porque fue rescatada del mar por un capitán de barco que la regaló al rey, don Fernando el Católico, el cual, a su vez, se la entregó a sus hijas ilegítimas, recluidas en el convento. Otros objetos preciosos que aquí se exponen son: una enorme talla dte;n, dorada al uan de Juni y un calvario del mismo escultor. Un precioso sepulcro de alabastro, de doña Isabel de Barcelos, abuela materna de Isabel I de Castilla, cuyos restos comparten sepultura con los de varios infantes de corta edad. Carente de la estatua yacente que, sin duente que, sin duente que, sin duda, debió tener, el mutilado panteón mantiene en el frontal un medallón con la imagen episcopal de san Agustín. Completan las bellezas de este coro dos estatuas, de san Pedro y san Pablo respectivamente, de la escuela de Berruguete, y un magnífico órgano de 1764, recientemente restaurado.
En el coro alto, restringido a la clausura, existe otro órgano realejo y un pequeño atril con algún cantoral miniado. Además, tiene unas deterioradas pinturas al fresco, del siglo XVIII

Una escalera regia de dos tramos opuestos, hecha en piedra y rematada en su techumbre por un fabuloso artesonado mudéjar sin pintar, que representa dos octógonos concéntricos, conduce al corredor del claustro superior, donde se hallan las alcobas reales del primitivo palacio.
Los reales aposentos, formados por tres antesalas a la alcoba real, están decorados con muebles y utensilios de las distintas épocas vividas por el edificio: mesas, arconcillos, braseros, badílas de concha, bargueños mudéjares preciosamente trabajados. Los techos son de decoración pompeyana y en las paredes hay varios retratos de religiosas acompañando a uno de los reyes católicos, muy poco cortesano. Parece que esta pintura es la única, hecha en vida de los reyes, que podemos contemplar hoy en día. Merece la pena destacar la existencia, en este recinto, de una Sagrada Familia de 12 escuela de Rafael, en la que, curiosamente, es san José el que sostiene al niño ante la mirada vigilante de la Virgen, así como la magnífica talla mudéjar policromada de Nuestra Señora de Gracia, con sus oscuros tonos en las caras y las manos, sus enormes y condescendientes ojos y sus ropajes moriscos con cenefas arabescas.
La alcoba real es una modesta habitación de 2,46 metros de ancho por 3,40 metros de largo, con el suelo de ladrillo de barro cocido y una fabulosa portezuela en la pared, de estilo mudéjar, pintada al fuego, para la servidumbre o tal vez, de retrete, entendiendo por tal un lugar de retiro y máxima intimidad. Bargueños, mesas y crucifijos de marfil decoran la estancia. Pero lo que realmente se siente en la estancia, techada con oscuros tablones de madera, es la especial historia que para el mundo entero guardan estos muros, desde que el 22 de abril de 1451 nació en este mismo lugar Isabel I de Castilla, llamada la Católica, Reina de la Hispanidad '
Las claustrillas, así denominadas por haber albergado a todas las religiosas de sangre real que compartieron este cenobio, están fuera de la visita turística del palacio. Estas celdas, cuyas ventanas se encuentran orientadas hacia el jardín conocido como el Pradillo, que anteriormente pertenecía al convento y poseía incluso un coso taurino, mirando al abandonado Parador Nacional de Turismo, tenían paredes de más de un metro de espesor. En la zona de las claustrillas, existe un recogido y coqueto claustro árabe con una balconada de madera. Las columnas de la planta baja son de piedra cilíndrica y las del primer piso unos simples tablones apenas desbastados. Posee arcos de herradura y un zócalo con baldosines decorados. Es este patio de una singular y tranquila hermosura; un remanso de paz que invita a la meditación. Árabe también, hay una sala de estuco revestido de panes de oro al que unas celosías toledanas protegen de la luz que inunda estas tierras. Es como una ilustración de las mil y una noches en el centro de la estepa castellana.

REAL HOSPITAL

Al sur de la villa, y no muy lejos del palacio de D. Juan II, se halla el Real Hospital de la Purísima Concepción, preclaro ejemplo del renacimiento español. Fue mandado edificar en 1443 por la primera esposa del Rey Juan 11 de Castilla, Dª María de Aragón, hija de Fernando de Aragón y madre de Enrique IV de Castilla, antecesor al trono de Isabel "la Católica"". Se llama así desde principios del siglo XVIII hasta hoy. Antes se conocía como Real Hospital de Nuestra Señora de la Concepción .
El motivo principal de su fundación, fue la de albergar a pobres y desamparados enfermos, sustituyendo a los dos anteriores hospitales, San Pablo y San Benito.
La construcción de este edificio se realizó en tres fases. La primera, en 1443 con capilla octogonal de artesonado mudéjar, en la esquina o cruce de las alas, y las enfermerías en la parte inferior del edificio. La segunda, en el siglo XVI, con el añadido de la nave a la capilla, rompiendo los pisos del ala este, la creación de la fachada columnada a doble pórtico, con escudos reales pegados a las columnas y al antepecho, así como el patio interior de columnas cilíndricas (de piedra en la parte baja y de madera en la parte superior). Y la tercera, en el siglo XVIII con varias construcciones: la escalera de piedra de¡ patio, que comunicaba ambas plantas, la remodelación, de la capilla, por Felipe V con estucos (disfrazando su primitiva forma mudéjar), la espadaña, con tres huecos, así como la construcción de nuevas enfermerías'.
El Jueves Santo de cada año, se juntaban cerca de este hospital, los de esta iglesia con los de Santa María del Castillo, para después ir juntos a la iglesia de la Vera Cruz a hacer la procesión de la penitencia. Siempre debía presidir la cruz de este hospital a la de Santa María , según podemos leer en un
curioso documento redactado por D. Sebastián Portillo de Paz en 1743. En este curioso documento, también se hace referencia al día 25 de abril, en el que desde San Nicolás de Bari se iba de letanía por diversos sitios al convento extramuros de San Agustín. Todas las letanías, que pasasen por la denominada puerta de los Caños (la de Peñaranda), entrarían a la ida y a la vuelta en la iglesia del Hospital.
" A mediados del siglo XIX, el hospital fue denominado "Hospital Nacional de Madrigal". Fue declarado Monumento Histórico Artístico el 23 de febrero de 1983.
En el presente siglo, el deterioro del hospital ha sido progresivo. Pero, a finales de los años ochenta, se comenzó un plan de reconstrucción por las escuelas taller, que están dejando este edificio en magníficas condiciones.

La ermita goza de la imagen más venerada del pueblo, el Cristo de las Injurias, de madera policromada y más avanzado en arte que el de Santa María". Es de estilo gótico y descansa sobre un retablo churrigueresco del siglo XVIII con antiguo y original grupo de madera que representa a Jesús con la Virgen María, la Magdalena y otras imágenes como la del apóstol Santiago montado en su famoso caballo en corveta y la de San Martín. Estas dos últimas, del ya mencionado José de Sierra, sustituyeron a otras dos anteriores que representaban a San José y la Virgen, por ser demasiado pequeñas y desentonar con las proporciones del retablo
Al lado del evangelio existe otro retablo. Destaca el relieve en madera con la Adoración de los Reyes Magos, mutilado desde agosto de 1994 como consecuencia del robo del niño, hoy repuesto por otro de escaso valor. Enfrente de éste se encuentra otro retablo formado por una Dolorosa y dos modernos pasos cuaresmales.
En 1731, José Rodríguez de Carmona, realiza la obra tallada de la caja del órgano de esta iglesia que será dorado, años más tarde, por Manuel Macho. En 1802 hizo uno nuevo Nicolás Gil por 6.003 reales.

Al iniciarse el siglo XV, existían en Madrigal varios hospitales, que empleaban los frutos, rentas e ingresos en usos poco adecuados a su función. Por ello, y una vez dictada la bula del papa Eugenio IV, en Florencia, el día 23 de octubre de 1442, la reina, doña María de Aragón, en1443 mandó construir el Real Hospital de la Purísima Concepción dotándolo con los bienes de los otros hospitales destruidos y 200 fanegas de trigo al año, sobre las tercias de Rágama y Horcajo.
El 17 de febrero de 1528 otra bula, esta vez del papa Clemente VII, ordenaba la supresión del hospital de San Pablo construido después de la destrucción de los anteriores, en beneficio del Real Hospital.

La gestión del hospital es llevada a cabo por la cofradía de Nuestra Señora de la Concepción, hasta 1619 en que pasa a depender directamente del rey y de su cámara. Desde esta época regirán el edificio un administrador espiritual, un mayordomo o administrador temporal y el corregidor, que ostenta el cargo de juez conservador del hospital. En 1795 se cambia el nombre de mayordomo por el de administrador, hasta que en 1835 el gobernador de la Provincia decide suprimir la plaza, quedando como único mandatario el administrador espiritual.
El corregidor tiene una función de supervisión, velando por el buen cumplimiento de las ordenanzas, por la atención a los enfermos, por la higiene y alimentación de los mismos, así como por la conservación del edificio y por la oportuna y exacta presentación de las cuentas.
El aspecto sanitario era decidido por la junta de Hospitalidad, constituida por los administradores, el médico, el cirujano y el corregidor, siendo sustituida por la junta de Beneficencia en 1837. Esta junta la formaban el alcalde, el cura párroco, el médico y tres distinguidos señores de la villa.

Los servidores del hospital eran el mayordomo, el sacristán, el cirujano, el enfermero, el cocinero, las lavanderas y barrenderas, el enterrador y el mozo de la leña. La ausencia de médico en esta relación se debe a que el hospital no llegó a poseer médicos propios, sino que se valía de los servicios del médico contratado por la villa. El cirujano era barbero y sangrador, y la plaza de enfermero solía ser ocupada por un matrimonio, de tal manera que mientras la mujer cuidaba de los enfermos, el marido hacía otros trabajos para el edificio

18 nov 2008

Madrigal de las altas Torres Il (Avila)

Iglesia de San Nicolás de Bari

En el centro de la villa se encuentra la iglesia de San Nicolás de Bari. Esta fantástica representación del arte románico-mudéjar fue construida en el siglo XIII, época de absoluta vigencia del románico, y reformada en el siglo XV, cuando todavía el mudéjar mantenía su predominio. En las Cortes de 1438, el rey instó "a todos los hombres y mujeres, bien sean cristianos, moros o judíos, a que contribuyan a las obras de la iglesia del Señor San Nicolás de Bari, con ladrillos, cal, maderas y plegaduras". Precisamente es el empleo de materiales pobres, como el ladrillo o la mampostería, una de las características fundamentales del monumento. Las otras son el empleo del sol, con sus juegos de luz y sombras para lograr grandes efectos decorativos, y el uso preferente de las cubiertas de madera, copiando el tipo de los alfarjes árabes.

Declarada Monumento Nacional el 3 de julio de 1931, en el exterior destaca la figura orgullosa de su enorme torre campanario, de 65 metros, que durante mucho tiempo fue la más alta de la provincia. La austeridad externa del edificio lo convierte en una enorme mole con formas simples y heterogéneas.
Una vez en su interior, los juegos de luz nos empujan a mirar al cielo y encontrarnos con un fabuloso artesonado de filigranas en puro nogal, sin pintar, situado a dos metros por debajo del techo de la iglesia
.

Consta de tres naves y dos ábsides adornados por arcos ciegos. Las arcadas de las naves son cuatro y están apuntadas por triple archivolta, sobre enormes pilares. En el altar, se aprecia un retablo barroco que conserva algo de pintura gótica. El presbiterio está flanqueado por dos preciosos sepulcros, a la izquierda el de fray Gonzalo Guiral, con un frontón en alabastro, y a la derecha el del matrimonio González Castañeda. Son atribuidos a Vasco de la Zarza y a un discípulo de Berruguete.

Frente al altar se encuentran el coro. A la derecha del coro está el baptisterio, convertido hoy en una especie de pequeño museo en torno a un enorme cáliz de granito. Cuadros, pequeños objetos, tablas pintadas, algún cantoral y los medallones dorados que adornaron el coro del convento agustino de extramuros, se exponen hoy para disfrute de visitantes y lugareños.
En esa pila bautismal, que es centro de atención preferente en el lugar, la iglesia católica acogió a un bebé llamado Isabel, que la historia convertiría después en la reina de Castilla. El principal valor de San Nicolás de Bari, templo que hasta después del año 1700 tenía para su culto ocho beneficiados -también eran sacerdotes- con el curato, es la historia que sus muros amparan, porque allí fue ordenado sacerdote el esclarecido Alonso de Madrigal, el Tostado; porque entre estas paredes, sin pompas ni boato, el día 22 de julio de 1443, contrajeron matrimonio los reyes don Juan 11 de Castilla y doña Isabel de Portugal, ante la atenta mirada de don Álvaro de Luna, condestable de Castilla, y porque, en la sencilla pila del fondo, fue bautizada Isabel la Católica.
Sepulcro S.Nicolas de Bari


Iglesia de Santa María del Castillo

Madrigal de las Altas Torres es una villa construida alrededor de un montículo, donde se supone que estuvo el castillo feudal de la localidad. Sobre esa predominante loma se encuentra la iglesia de Santa María del Castillo, llamada así porque, según la tradición, se levanta sobre los cimientos de la antigua fortaleza.
Siguiendo esta hipótesis, el lado sur de la iglesia podría ser donde estuvo la torre del homenaje y en la sacristía existe un pozo, cubierto por una losa y el entarimado, que debió de ser el pozo del castillo.
Consta de una sola nave de cruz latina y en sus paredes cuelgan o reposan algunas imágenes, sin retablos que las amparen. Su torre truncada, que es también campanario, se debe a una desafortunada reforma llevada a cabo en el siglo XVI, y está rematada por un chapitel neoclásico.
Posee dos ábsides guarnecidos de arquería y sin uso en los laterales, de estilo románico. El más grande de los ábsides forma el profundo altar mayor, cuyo fondo es un retablo de estilo barroco. Detrás de este retablo, fueron descubiertas pinturas románicas al fresco que representan un Pantocrator. El autor del descubrimiento fue don Domingo Rodríguez Almeida, sacerdote madrigaleño, en 1967.
A la izquierda del altar se encuentra la sacristía, que contiene un valioso cuadro anónimo del enterramiento de jesús y los restos de una tabla miniada sobre papel de oro. A la derecha del altar, en la habitación que forma el ábside lateral, se pueden apreciar algunos restos de pinturas románicas al fresco.

15 nov 2008

Madrigal de las altas Torres IlI (Avila)

PALACIO DE JUSTICIA O ARCO DE PIEDRA

"Si algo se advierte suntuoso -escribió Quadrado- en las ruinas de las mansiones particulares, es sin duda una portada del renacimiento decorada con delicado friso y con pilastras en el segundo cuerpo, conocida por el Arco de Piedra, dentro del cual ha fabricado un vecino su vivienda, que nos refirió la caída de aquellos muros demolidos y sembrados de sal por traición a la autoridad soberana..."

El Arco de Piedra es una hermosa fachada renacentista que se encuentra en la calle de El Oro. Allí está sola, adosada a la moderna construcción de su izquierda y vigilando el vacío solar al que en algún momento sirvió de puerta.
Su origen, como el de tantas cosas en Madrigal, no está lo suficientemente investigado como para asegurar su procedencia, pero sabemos que fue propiedad de una ilustre y poderosa familia, los marqueses de Castellanos, que poseían amplios terrenos en las provincias de Ávila, Salamanca y Cáceres, con casas palacio en los núcleos de población más importantes. Más adelante, los marqueses lo cedieron para convertirlo en Chancillería o Palacio de Justicia. Sobre su destrucción parece seguro que se debió a una orden real, como castigo a una traición, manteniendo su fachada para escarnio y advertencia. Algunos autores piensan que la afrenta pudo ser la revuelta de los Comuneros de Castilla contra el Emperador Carlos 1, otros que fue de un tal Antonio Pérez, que traicionó a Felipe 11. Sea como fuere, lo cierto es que hoy disponemos, en la visita a Madrigal, de lo que podríamos llamar un "retablo-portada", que padece algunos grotescos añadidos, como la tapia ruinosa, protegida por el dintel de la puerta.

El análisis artístico podemos hacerlo desde dos puntos de vista diferentes, dependiendo de que la obra sea de un escultor o de un arquitecto, pues al no existir el resto del edificio, no podemos valorar su entorno.
Si pensamos que el autor fue un arquitecto, es posible que se trate de Alonso de Covarrubías, que trabajó en Madrigal y su comarca. Por la ausencia de granito en la zona, p
or la falta de uso de este material en los edificios del lugar y los alrededores, y por la claridad del despiece de los sillares, es posible que se labrara lejos de Madrigal y que una vez terminada se trasladara y montara donde hoy se encuentra.
Ahora bien, lo más probable es que se trate del trabajo de un escultor, porque no conforma un espacio arquitectónico en sí misma, y porque su composición se hace en retablos, fondos arquitectónicos de sepulcros y decoraciones de muros, teniendo, eso sí, el escultor una derivación clara hacia la arquitectura.
Dos pilastras con columnas adosadas sostienen la portada y entre ellas, el ruinoso y desagradable añadido de una puerta y un balcón en un muro de adobes sin ninguna relación con la fábrica original. La portada tiene dintel y frontón curvo, rematada por una cornisa sobre la que iría un segundo piso, iluminado por la preciosa ventana adintelada, con blasón incluido, de la parte superior.
La fachada está repleta, en todas sus partes, de roleos y otros motivos propios de la arquitectura lombarda, lo que nos lleva a creer que pertenece a la escuela de Francelli y Vasco de la Zarza, siendo quizás la propia mano del último la que llevó a cabo la obra.
Aunque la labra de los sillares está deteriorada por la progresiva disgregación de los elementos del granito, y la dovela superior ha precisado de un apuntalamiento urgente, el estado general es bastante bueno y permite disfrutar de su belleza.

PALACIO DE LOS POSTALES

Sembrada está Madrigal de casonas palaciegas con rancia hidalguía castellana que, aunque no suelen levantar más de dos pisos, son mansiones de gran tamaño.
Sus formas sencillas, sus ángulos rectos, sus grandes ventanas amparadas por herrumbrosas rejas, las losas que enmarcan las puertas y, cómo no, los escudos de armas, proclaman a propios y extraños el abolengo de sus primeros moradores
avientos ni excentricidades, las fachadas sencillas y reflejan el linaje castellano de sus propietarios.
De todas las casas palaciegas de Madrigal, hemos escogido la que perteneció a la rica e importante familia de los Pocostales. El edificio, que fue construido en el siglo XV, es de tales proporciones que tuvo capilla y cementerio propio, un enorme salón en la parte superior, así como un patio con columnas y galería. En su fachada distinguimos dos hermosos blasones y en el dintel de la puerta, labrado, el escudo del Santo Oficio. Esta señal sobre la entrada de la mansión, hoy dividida en dos casas particulares, indica que fue residencia del comisario del Santo Oficio.
Como en todas las localidades importantes, en la villa existía un comisario del Santo Tribunal, que dependía de Valladolid. Aunque el cargo no daba potestad para realizar detenciones ni para juzgar delitos, estos personajes recibían las denuncias y recogían las pruebas que luego remitían a los inquisidores.
Tampoco cobraban sueldo alguno, aunque sacaban suculentos beneficios de los certificados de pureza de sangre.
La dureza de los castigos y la fragilidad de las pruebas aportadas, conferían a los comisarios un dañino poder casi ¡limitado. El miedo a la denuncia, pues la verdad o falsedad se resolvía con la tortura del acusado, convirtió a estos hombres en seres prepotentes, despiadados, viles y ruines, al amparo del terror
.
Quizás, merece la pena hablar aquí de un gran comisario, hombre de fe y de justicia, que habitó el palacio del que hablamos. Juan Bernal de Pocostales es recordado en Madrigal por su buen hacer y su generosidad, manifestada en las varias obras pías que fundó para estudiantes pobres de la comarca y en sus donaciones a la iglesia de San Nicolás de Bari.
LA SINAGOGA
Aunque nada queda ya que recuerde la existencia de la Sinagoga, parece ser que una de las grandes casas de Madrigal tuvo como función original servir de culto, oración y reunión a la comunidad hebrea de la localidad. Este edificio, que se encuentra en la parte más alta de la villa, mantiene sus muros en un estado de conservación excelente. Según Luciano Represa, la Sinagoga fue terminada de construir en el mes de septiembre del año 1025, aunque más adelante se le añadió el hermoso palacio cuya estructura permanece hasta nuestros días. Adosados a sus paredes y protegidos por una verja, se pueden apreciar los restos de la capilla que poseyó, y que dieron nombre a la calle.
No tenemos constancia del momento en que los judíos se asentaron en Madrigal, pero en la época del rey Juan II de Castilla constituían una comunidad relativamente amplia, muy próspera y con mucho poder.


Dedicados a negociar con productos agrícolas y
pecuarios, y al prestamismo, Isabel la Católica dictó órdenes contra ellos, prohibiendo la usura y obligándoles a colocar estrellas de David en las rejas de sus casas y en sus vestidos, en el año 1476. Poco después fueron convertidos al cristianismo o expulsados.

EL CONVENTO AGUSTINO DE EXTRAMUROS

Fuera del recinto que debió estar amurallado se yerguen, sobre los campos de cereal, las ruinas de una grandiosa construcción. Se trata del Convento Agustino de Madrigal, un impresionante edificio destruido por la intemperie y la incuria humana.
Al principio, este lugar era un ermitaño o beaterio, creado en 1353, por la arevalense doña María Díaz. Aunque el nombre era de Santa María de la Piedad, parece ser que las devotas mujeres que allí vivían, que no pertenecían a ninguna orden o regla religiosa establecida, rezaban bajo la advocación de San Hilarión, un "padre del desierto", un ermitaño que vivió en el mismo lugar, y al que los agustinos le construyeron una iglesia en el ala izquierda. Casi un siglo después, en 1438, se hicieron cargo de] convento las madres agustinas, bautizándolo de nuevo, y esta vez con el precioso nombre de Santa María de Gracia. Poco o nada conserva de la primitiva fábrica, pues el edificio que habitaron las monjas sufrió añadidos, reformas, restauraciones y demoliciones.
Siempre fue la congregación de las madres agustinas de Madrigal, reunión de importantes damas de la nobleza española, y buena prueba de ello es que en el Convento de Extramuros, profesaron doña Esperanza y doña María de Aragón, hijas naturales de Fernando el Católico, por orden de su esposa Isabel, así como una hija ¡legítima del emperador Carlos 1, que falleció muy joven ahogada en un pozo. Tal importancia concedieron los Reyes Católicos al monasterio que prohibieron matar sus palomas, bajo pena de sesenta maravedíes y pérdida de las armas. El dinero de la multa sería la mitad para el convento y la mitad para la justicia.
En el ...7, después de trasladarse al palacio de Juan 11, doña María de Aragón, priora en la fecha, se lo ofreció a los frailes de su orden, siendo provincial de Castilla santo Tomás de Villanueva. El concejo de la villa puso algunos reparos a la donación, exigiendo que sí algún día era abandonado, volviera a propiedad de las monjas.
Con los agustinos adquirió gran importancia, desarrollando una intensa labor docente en teología, humanidades, filosofía y leyes, y alcanzando el grado de Casa Capitular de la provincia de Castilla. Sus propiedades incluían los términos de Astudillo, Piteos, Mamblas y Fuentes de Año. Como muestra de su relevante papel, podemos recordar que el abad Diego Escobar, en 1566, era el capellán de la reina de Portugal. Durante el siglo XVI, se realizan los cambios más importantes en el edificio, auspiciados por el cardenal Gaspar de Quiroga, que lo amplía y modifica concediéndole además importantes obras pías. Pero si algo hace famoso al convento, es la trágica historia de la muerte de fray Luis de León, el 23 de agosto de 1591, entre estos muros, aunque recibió sepultura en Salamanca.

En 1835, tras haber sido estafados por el malvado caballero de Calatrava, Rojas Melgarejo y Olivares, los padres agustinos se vieron amenazados por la desamortización de Mendizábal y decidieron simular una venta. Escogieron para ello al sobrino de un fraile provincial, llamado Manuel Villar Pérez, presbítero, vecino y natural de Brahojos, con el acuer~ do de que al llegar tiempos mejores recuperarían el monasterio. No hubo dinero en el trueque, pero cuando los frailes te pidieron que devolviera la finca y retractara la escrituras, se negó, y posteriormente la vendió por partes. Piedras, cua~ dros, tapices, muebles, maderas, todo cuanto había de valor fue expoliado. En 1890, un sobrino del canalla, Saturnino Villar, vendió los restos del convento a don Augusto Sobrino, bisabuelo de los actuales propietarios,
La arquitectura del edificio tenía una planta escurialense y 50.000 metros cua4rados de superficie total. En la fachada, de más de 200 metros de larga, podemos apreciar la existencia de dos torres rematando las esquinas, que se correspondían con el entorno público y privado, respectivamente, del monasterio y cátedra. El arquitecto de la segunda construcción, que le confiere la grandiosidad que sus ruinas delatan, fue Nicolás de Vergara, persona muy ligada a Herrera, y es muy posible que este último trabajara también en el proyecto; por eso, y por sus proporciones, fue llamado "el segundo Escorial".
El claustro, del que quedan interesantes restos, era de estilo berroqueño herreriano, perteneciente a la arquitectura civil, con doble hilera de arcos enfilados en planta cuadrada con enormes bloques de granito.
Recuerdan sus restos al monasterio de Moreruela, en la provincia de Zamora, también abandonado y deshecho, pero cuyas enormes proporciones delatan un esplendoroso pasado



Hijos Ilustres


ISABEL LA CATÓLICA

El día 22 de abril, del año del Señor de 1451, Jueves Santo de Pascuas Floridas, nació, para gloria de Madrigal, en el palacio de su padre en la villa, Isabel la Católica.

Vino al mundo en la modesta alcoba que ocupaba su madre en el primer piso, sin la pompa y el alboroto que correspondía a su real linaje, quizá como premonición de su sufrida y retirada juventud. Enrique IV. Dedicado a la vida alegre y licenciosa, el nuevo rey olvidó a su familia hasta que el marqués de Villena planteó la posibilidad de casar a la princesa Isabel con el viudo Alfonso V, de Portugal, para eliminar a la principal opositora de la princesa Juana.
Contestóle la princesa al lusitano con una diplomática evasiva y el 24 de septiembre de 1468 su hermano la nombró heredera, repudiando a su esposa y a su hija Juana, "la Beltraneja", y prometiendo no casar a Isabel sin su consentimiento.
Estando ya interesada, y en secreto negociada, su boda con Fernando, llegó a Madrigal el cardenal Albi para solicitar la mano de la princesa para el duque de Guyena, hermano del rey de Francia. Con no menos habilidad que en sus anteriores pedidas, Isabel evitó una respuesta que dañara su política exterior.
Protegido por las lanzas que el arzobispo Carrillo mandó a Burgo de Osma para darle escolta, llegó a Madrigal don Fernando, y al día siguiente desposó a Isabel en la iglesia de San Nicolás de Bari, marchando después a Valladolid donde celebraron bodas y festines.
Después de morir Enrique IV, Isabel fue coronada reina de Castilla y León, sin la presencia de su esposo, el 13 de diciembre de 1443.
En 1476 celebró Cortes en Madrigal y se despidió de la villa. Tanto quiso la reina a su lugar de nacimiento, que sólo las transcendentales obligaciones que la reclamaban pudieron apartarla de sus paisanos.
Desde entonces, Madrigal de las Altas Torres adora a su reina, a la que siempre mostraron su afecto y fidelidad y a la que le deben que el nombre de la villa sea conocido por todos los españoles



ALONSO DE MADRIGAL

''EL TOSTADO"
En una casa situada frente a la iglesia de San Nicolás de Bari, nació, en el año de 1400, don Alonso Fernández de Rivera, apodado el Tostado, que " así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de su patria y llamarse" Alonso de Madrigal.

Llamado también el Abulense, este insigne teólogo y humanista, es, probablemente, la más prolífica figura de las letras españolas.
Tan precoz fue su lucidez e inteligencia, que los padres franciscanos lo llevaron a su convento de Arévalo para comenzar su instrucción. De allí salió, a los quince años de edad, merced a una beca del obispo Anaya, para el Colegio Mayor de San Bartolomé, de la Universidad de Salamanca. Estudió filosofía, teología, leyes, latín, griego y hebreo, doctorándose en 1425. Al terminar sus estudios, fue nombrado Rector del Colegio de San Bartolomé y Maestreescuela de la Universidad de Salamanca, desempeñando ambos cargos con ejemplar rectitud, inteligencia y generosidad.
De su prodigioso cerebro nos han llegado múltiples anécdotas, aunque su fecunda obra es el más significativo ejemplo. Precisamente, sus escritos sobre el amor y la mujer le granjearon la enemistad del dominico fray Juan de Torquemada, por lo que se vio obligado a huir a Roma, tras redactar "El defensorio de sus proporciones". En el Vaticano, su virtud y sabiduría cautivaron al Papa y al cuerpo cardenalicio, que le envió al Concilio de Basilea.
Bajo la protección real y papal, regresó a España en 1444 para ingresar en el monasterio cartujo de Scala Dei, pero salió muy pronto de allí para servir de consejero al rey Juan 11 de Castilla, que le nombró canciller y abad de Valladolid. En 1449, el papa Eugenio IV le otorgó el obispado de Ávila, cargo que ocupó con hidalguía y esmero hasta que, estando de descanso en Bonilla de la Sierra, cámara de su Silla y residencia veraniega de los obispos, le llegó la muerte en el atardecer del 3 de septiembre de 1455.
Alonso de Madrigal fue la primera figura teológico española propiamente dicha, abriendo los caminos de la interpretación bíblica a la espiritualidad y al tomismo del padre Báñez.
Como no podemos, en tan corto espacio, ni referir siquiera toda la obra de tan productivo escritor, sólo mencionaremos que sus "comentarios" sobre los textos de la Biblia fueron publicados, tras salvarse milagrosamente de un naufragio, en 20 volúmenes titulados "Opera Omnia", por el cardenal Cisneros, entre los años 1507 y 1531.


Gaspar de Quiroga

De las ilustres familias Vela y Quiroga, nació el 13 de enero de 1512, en Madrigal, don Gaspar de Quiroga, hombre singular y magnífico que alcanzó los más altos honores eclesiásticos y cuya enorme humildad impidió que ejerciera el supremo poder político.
Tras estudiar en el colegio de Oviedo en Salamanca y alcanzar doctorado y cátedra, en 1540 fue nombrado vicario general de Alcalá y en 1546 llegó a Roma, para ocuparse del cargo de auditor de la Rota, donde fue apreciado por el papa Paulo IV
Felipe II le encomendó, en 1559, la visita del reino de Nápoles y de todas las provincias con todas las facultades. Cuatro años después regresó a Barcelona y el rey le recompensó por su labor, dándole una plaza del Supremo Consejo de justicia, con la de la Santa General Inquisición. Tras varios años de servir al rey en las más difíciles misiones, el 20 de abril de 1573 se posesionó del cargo de Inquisidor General y entró a formar parte del Consejo de Estado, encargándole el monarca la superintendencia en las juntas que se hacían en su casa, palacio de Flandes.
Desde este cargo reformó el convento agustino de Extramuros de Madrigal y lo favoreció con obras pías, liberó a fray Luis de León de su prisión, convocó sínodos, bautizó príncipes y fue nombrado arzobispo de Toledo. En 1578, el Papa Gregorio X, a instancias del rey, le nombró cardenal.
Muchos fueron los actos que este gran pelirrojo, de complexión recia y comer templado, hizo por la corona, por su país, por su iglesia y por su administrada Toledo, hasta que le llegó la muerte de madrugada el 20 de noviembre de 1595, tras recibir la visita del rey.

Los mejicanos quieren a este hombre como si de un santo se tratase, adjudicando a su mano diferentes milagros. No es extraño este amor que profesan a su figura, pues Tata Vasco, Padre Vasco en lengua nativa, protegió a los indígenas con fervor y justicia, les aportó cultura y religión y les gobernó con sabiduría. Admirador de Tomás Moro, aplicó su Utopía, organizando un sistema de provisión de alimentos en las cosechas buenas para los años de penuria y para cubrir las necesidades de los enfermos y ancianos. Adiestró a los diferentes pueblos en distintos oficios, de tal manera que cada uno de ellos tenía un quehacer distinto y facilitaba el aprendizaje de los más jóvenes, garantizándoles un medio de vida, y aseguraba la supervivencia de la comarca a través del comercio interno.
No es por tanto fácil encontrar otro ejemplo similar, de labor social desinteresada, en la historia de la humanidad.

GASPAR DE QUIROGA

De las ilustres familias Vela y Quiroga, nació el 13 de enero de 1512, en Madrigal, don Gaspar de Quiroga, hombre singular y magnífico que alcanzó los más altos honores eclesiásticos y cuya enorme humildad impidió que ejerciera el supremo poder político.

Tras estudiar en el colegio de Oviedo en Salamanca y alcanzar doctorado y cátedra, en 1540 fue nombrado vicario general de Alcalá y en 1546 llegó a Roma, para ocuparse del cargo de auditor de la Rota, donde fue apreciado por el papa Paulo IV
Felipe II le encomendó, en 1559, la visita del reino de Nápoles y de todas las provincias con todas las facultades. Cuatro años después regresó a Barcelona y el rey le recompensó por su labor, dándole una plaza del Supremo Consejo de justicia, con la de la Santa General Inquisición. Tras varios años de servir al rey en las más difíciles misiones, el 20 de abril de 1573 se posesionó del cargo de Inquisidor General y entró a formar parte del Consejo de Estado, encargándole el monarca la superintendencia en las juntas que se hacían en su casa, palacio de Flandes.
Desde este cargo reformó el convento agustino de Extramuros de Madrigal y lo favoreció con obras pías, liberó a fray Luis de León de su prisión, convocó sínodos, bautizó príncipes y fue nombrado arzobispo de Toledo. En 1578, el Papa Gregorio X, a instancias del rey, le nombró cardenal.
Muchos fueron los actos que este gran pelirrojo, de complexión recia y comer templado, hizo por la corona, por su país, por su iglesia y por su administrada Toledo, hasta que le llegó la muerte de madrugada el 20 de noviembre de 1595, tras recibir la visita del rey
.



SOR CATALINA DE CRISTO
El 28 de octubre de 1544, mientras sonaban las campanas que llamaban a misa mayor, nació, en Madrigal de las Altas Torres, doña Catalina Balsameda y Bustamante. Alma cándida y piadosa, sufrió en su juventud una terrible enfermedad que, según ella misma, superó gracias a una promesa hecha a la Virgen de Santa María del Castillo.
Pasó por Madrigal Santa Teresa de jesús, yendo del convento de Duruelo a Medina del Campo, el 1 de julio de 1568, y pudo comprobar Catalina el fervor popular que despertaba la santa, por lo que dos años después tomaba los hábitos en el convento de las Carmelitas Descalzas de Medina del Campo, con el nombre de Catalina de Cristo.
Desde muy temprano gozó de la amistad y frecuente correspondencia epistolar con la fundadora, que se cristalizó el 13 de junio de 1581, cuando fue nombrada priora del convento de Soria.
En 1583, se traslada a Pamplona, para encargarse de la fundación. Su permanencia en esa ciudad se vio afectada por varias enfermedades, agravadas por sus continuas mortificaciones, pero la fama de su virtud creció con sus buenas obras.
En 1588 se convirtió en fundadora y priora del convento de Barcelona, sin perder su convalecencia hasta que el 3 de enero de 1594, bien entrada la noche, fallecía en su celda.
Como su cuerpo se mantuviera incorrupto hasta nuestros días, en el convento de Pamplona, y se asegura su intercesión en varias curaciones milagrosas, en la actualidad se halla en proceso de beatificación.

EL PASTELERO DE MADRIGAL: ¿IMPOSTOR, NOBLE O REY?

Don Juan III de Portugal tomó por esposa a una hermana del rey de España Felipe II y tuvieron un solo hijo: don Sebastián, cuya educación quedó al cargo de los marqueses de Castañeda.
María de Espinosa, hija de ricos labradores de Madrigal y relativamente cultivada, marchó a Lisboa como doncella de los marqueses. Su sencilla hermosura pudo atraer al rey portugués, quien la enamoraría con facilidad. Lo cierto es que poco después de su llegada, y preñada de un bastardo, los marqueses la enviaron a Toledo para dar a luz a Gabriel de Espinosa, El Pastelero de MadrigaL En esta ciudad recibió una esmerada educación, tal vez pagada por don Juan.
Cuando el niño creció, volvieron a Madrigal y un fraile portugués del monasterio agustino de Extramuros, fray Miguel dos Santos, se percató del gran parecido que existía entre Gabriel y don Sebastián, este último desaparecido en Alcazarquivir en 1578. Enterado de las semejanzas, el anciano vicario del convento fraguó un ingenuo plan para conseguir importancia política a través de los amoríos del Pastelero con doña Ana de Austria, que le creyó su primo el rey don Sebastián. Gabriel, a través de regalos preciosos y maneras refinadas, cortejó a la distinguida novicia, hasta que sus amores fueron descubiertos.
Como era de esperar, el asunto acabó mal para los interesados, siendo ella recluida en Ávila, aunque murió abadesa de Las Huelgas de Burgos, el fraile ahorcado en Madrid, y el pretencioso Pastelero, en la tarde del primer día de agosto de 1595, "arrastrado por las calles de Madrigal, ahorcado, decapitado y descuartizado en cuatro partes, cada una de las cuales se colgó de una puerta de la villa".

En esta importante villa castellana de Madrigal de las Altas Torres, y durante el siglo XVI, tuvieron lugar una serie de hechos que marcaron para siempre su historia y su carácter. Nos referimos, naturalmente, al episodio del "Pastelero de Madrigal", una historia con las suficientes dosis de misterio como para convertirse en fuente inspiradora de obras literarias, desde el Siglo de Oro (Lope de Vega, por ejemplo) hasta el siglo XIX (José Zorrilla y la novela de Fernández y González) sin olvidar, ya en nuestro siglo, la obra de Mercedes Fórmica"

110 Una vez más, se comprende cómo la Historia se muestra, a veces, incapaz de explicar los hechos que relata y da lugar, por tanto, a la interpretación, a la fantasía y ¡cómo no!, a la polémica.


Pero vamos a seguir la historia.

Encontramos, en primer lugar, en el trono de Portugal al Rey Don Sebastián, hijo de Don Juan Manuel, que accede al trono muy joven y que muestra un carácter bastante influido por la educación que recibe de un fraile jesuita, que le inculca ciertos aires de grandeza y el afán de combatir a los infieles africanos. Por otro lado, sabemos que era sobrino de Felipe II, y es conocida la apetencia del Rey castellano hacia el trono de Portugal para conseguir la unidad peninsular, tan ansiada desde tiempos de la Reconquista.
En 1578, desoyendo a todos los que le desaconsejaban la lucha contra el moro, Don Sebastián se lanza a una batalla terrible y cruenta ocurrida en Alcazarquivir, donde sufre una desastrosa y humillante derrota en la que desapareció.

Portugal se queda sin rey y sin heredero y, tras una serie de luchas armadas, Felipe 11 accede al trono de Portugal, no sin cierta oposición popular, pues entre el pueblo surgió una corriente conocida como "Sebastianismo" que rechazó siempre la idea que Don Sebastián había muerto y que propició la aparición de una serie de personas que decían serlo.
110 Un estudio minucioso e histórico está realizando D. César Fernández Beobide sobre toda la documentación que existe sobre el tema. Otro similar, pero desde el punto de vista jurídico lo está trabajando D. Fernando Fernández Blanco.
En Madrigal de las Altas Torres, y alrededor de 1590, se dan cita los tres personajes que van a configurar la Historia de "El Pastelero de Madrigal", en una mezcla de realidad y leyenda.
El primero de estos personajes es Fray Miguel de los Santos, un monje portugués de la orden de los agustinos, que había sido confesor en la Corte del Rey Don Sebastián y que había apoyado al Prior de Crato en sus apetencias de suceder al Rey Don Sebastián. Por ésta y otras razones, Felipe 11 le obliga a salir de Portugal.
El segundo personaje es Doña Ana de Austria, hija natural de Don Juan de Austria (hermanastro de Felipe 11) y que, a la sazón, permanecía como monja en el Convento de Madres Agustinas de Madrigal111.
Por último tenemos a Gabriel de Espinosa, al parecer, hijo natural del Rey Don Juan Manuel y una dama madrigaleña llamada María Pérez y por tanto hermanastro de Don Sebastián, con el que lógicamente debía guardar gran parecido físico. Y será, precisamente, este parecido físico, el detonante del misterioso episodio.
Fray Miguel de los Santos viene a Madrigal, quizás siguiendo un plan preconcebido, y advierte enseguida el parecido entre Gabriel Espinosa y Don Sebastián. Sea por reconocerlo como el verdadero rey o sea por iniciar una trama, el caso es que pone en contacto a Espinosa con Doña Ana de Austria, a la que tienta ciertamente la idea de convertirse en reina de Portugal.
111El antiguo libro de profesiones existente en este convento desde 1470, dice así en su página 86:
In nómine Dómini mii Jesuscristi benedicti, Amén. En el año del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo de mil quinientos ochenta y nueve a doce días del mes de noviembre, yo Dª María Ana de Austria, hija del Serenísimo Píncipe D. Juan de Austria hermano del Rey nuestro Señor (Felipe 2º ) cumplido el tiempo de mi probacíón, hago profesión y prometo obediencia a Dios Todopoderoso y a la Bienaventurada Virgen Santa María y al Glorioso P. nuestro San Agustín y a Vos el muy Reverendo R Maestro E Pedro de Rojas Provincial de la Orden de nuestro R San Agustín en esta provincia de Castílla y Vicario General de las Indias y a Vos la Señora D'Mariana Argumanes Priora de este Monasterio de nuestra Señora de Gracia el Real de la Villa de Madrigal en nombre del Reverendísimo P Maestreo Gregorio Elparensi General de la Orden de nuestro R San Agustín y de todos sus sucesores y prometo de vivir sin propio y en castidad hasta la muerte según la Regla de nuestro R San Agustín, y ruego a Vos el dicho R Provincial aceptéis esta mi profesión, en fé de lo cual la firtno de mi nombre E Pedro de Rojas Provincial = = DªMariana de Argumanes Priora = = DªAna de Austria = =
Para preparar el viaje a Portugal, Doña Ana le entrega a Espinosa unas joyas familiares y, por una imprudencia de éste, es detenido en Valladolid, encontrando en su poder dichas joyas y además unas cartas en las que se le trata de "Majestad", hechos ambos por los que es encarcelado en prevención. Pero más adelante, se empieza a sospechar toda la trascendencia que parece encubrir la historia.,
Da comienzo un proceso en Madrigal, guiado siempre por Felipe 11 y, caracterizado, por la constante ambigüedad que mantiene Gabriel de Espinosa en cuanto a sus manifestaciones, sus modales y su sereno comportamiento. Los testimonios se dividieron entre la confirmación o la negación de si se trataba del Rey D. Sebastián112 .
De todos modos el proceso sigue su curso y desemboca en una sentencia condenatoria de 1 de agosto de 1595.
Es de resaltar que fue arrastrado, ahorcado y posteriormente descuartizado por el verdugo; cada uno de los trozos se colgaron en las cuatro entradas de la muralla y la cabeza en la fachada del Ayuntamiento de la villa.
Respecto a los otros personajes de la historia, sabemos que Fray Miguel de los Santos, después de degradado, fue ahorcado en la Plaza Mayor de Madrid, y que Doña Ana de Austria, fue condenada a reclusión rigurosa durante cuatro años en el Convento de Nuestra Señora de Gracia de Ávila, y desposeída de sus privilegios. Años después obtuvo el perdón de Felipe II, quien la nombró Abadesa perpetua del Monasterio de las Huelgas de Burgos.
Otros personajes sufrieron destierro, galeras o fueron azotados públicamente.
112 El proceso se conserva íntegro en el A. G. S. Estado. Legajos 172 y 173
Qué esconde realmente esta historia?


El proceso no solamente no aclara nada, sino que da lugar a muchos interrogantes:
¿Era Gabriel de Espinosa el Rey Don Sebastián?
¿Se trataba de un hermano bastardo de éste?
¿Fue toda una intriga o conjura política y el Pastelero no fue más que un impostor?


FIESTAS Y CURIOSIDADES

Madrigal se engalana ciertos días del año para disfrute de todos los que se encuentren en la villa. Unas son fiestas oficiales y otras costumbres populares antiguas que se recuerdan y mantienen como nexo a su propia historia civil, historia de simples ciudadanos que no figuran en los libros

EL CRISTO DE LAS INJURIAS

Saiiendo el 14 de Septiembre la fecha del patrón, esta celebración se alarga por espacio de una semana, en la cual, además de los actos religiosos del día correspondiente, con procesión incluida, en la que la imagen del Santísimo Cristo de las Injurias recorre las calles de la localidad, se desarrollan los festejos taurinos. Empezando con los tradicionales encierros al estilo de la, villa, seguidos por capeas vespertinas, concursos de cortes al novillo y encierros a caballo e infantiles. Además, se organizan múltiples actividades, como desfile de carrozas, competiciones de moto-cross, carreras de galgos con liebre viva, concurso de arada y habilidad con el tractor y visita de peñas, para el disfrute de oriundos y foráneos.

SAN NICOLÁS DE BARI

Segunda fiesta patronal del pueblo, se celebra el día 6 de Diciembre, y en ella se desarrollan solemnes actos religiosos en honor de San Nicolás de Bari.
SEMANA SANTA
La belleza de los pasos que habitan en las iglesias de Madrigal y que salen en procesión durante la Semana Santa confiere un interés especial a la visita durante estas fechas.
El Domingo de Ramos, como es tradicional, los hombres de la villa transportan la imagen de "la borriquilla". El Jueves Santo salen a la calle los pasos de "Jesús en el huerto de los olivos", "las Magdalenas", "Jesús de Nazareno", "el Cristo de la Caña", "el Cristo de la Columna', "la Soledad", etc. El Viernes Santo, la procesión del Silencio con "el Santo Sepulcro" y "la Virgen Dolorosa'. El domingo de Resurrección recorren las calles "el Resucitado" y "la Virgen". Durante estas fiestas se lleva a cabo un tradicional juego de bolas, conocido con el nombre de Los Borregos
.

SAN ISIDRO LABRADOR

Fiesta de los agricultores, que es celebrada el 15 de mayo por toda la población, en la que hay una romería, con misa campestre, procesión y bendición de los campos.
En el lugar escogido, los cofrades sortean entre los miembros de la cofradía los diferentes regalos donados por las industrias locales y comarcales

LUNES DE AGUAS
Como en otros muchos municipios de la Comunidad Autónoma, en esta fecha, el segundo lunes después del domingo de Resurrección, se realiza una masiva excursión campestre.

COSTUMBRES GASTRONÓMICAS


La esencia tradicional de la cocina de Madrigal se encuentra en sus característicos asados al horno de leña y su exquisita repostería, incluyendo:

*Pastas de Madrigal.
*Rosquillas panaderas.

* Empanada de arrope y dulce de calabaza.

* Huesillos de carnaval.

* Lechazo de cordero asado.


* Cochinillo asado.

* Chorizo y lomo de la olla.

* Cocido con garbanzos morañegos.

El dia que visite este pueblo fué inolvidable para mi